6.15.2010

Capítulo 2

Pasaban los días y su rutina se hacía más pesada. Se levantaba temprano, ayudaba a su madre en los quehaceres de la casa, se iba al colegio, volvía para almorzar y se veía con su amigo.

Eso, que a Agustín le gustaba hacer, parecía que desde la noticia del concurso, era una pesadilla. 

De chico, Agustín soñó con jugar al futbol, pero la muerte de su padre lo obligó a ayudar su madre con sus 3 hermanos menores. Al ser el mayor, sentía que tenía que hacerse cargo de la casa junto a su mamá.
Pasó la semana, con un triunfo de su equipo por 1 a 0 a Gimnasia de La Plata. María, su mamá, no lo dejaba ir a otras canchas a ver a Boca. Decía ella, que era peligroso. Por lo tanto, Agustín vio el partido en el viejo bar del barrio, dónde su padre era frecuente junto a sus amigos.

Para colmo ese día, “El Tano”, dueño del bar y amigo de su padre, le recordaba a cada momento que para él, Agustín iba a ganar el concurso. También, desde lo lejos de la barra se escuchaban voces que decían: “Tenes razón Tano, el pibe va a ganar, imagínate si el bostero mayor estuviera para verlo. Lo tendríamos que bancar toda la vida hablando y hablando de lo mismo. ¡Tenete fe pibe!”

Terminado el partido, Agustín se fue para la casa. Otra semana de clases iba a empezar.

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