6.18.2010

Capítulo 3

Agustín se levantó a las 6 de la mañana como siempre para ocuparse de sus hermanos mientras la madre les preparaba el desayuno. María trabajaba limpiando la casa de la familia más adinerada del barrio. Era una buena familia a la cual María respetaba y donde ella era muy querida. De vez en cuando la ayudaban dándole ropa para sus hijos, y si alguno se enfermaba no le hacían problema al faltar al trabajo.

El lunes arrancó como siempre, temprano y rumbo al colegio. El Domingo Agustín se iba a enterar si sueño se cumpliría cuando vaya para la cancha a ver a boca.

Durante toda la semana Agustín no podía sacarse de la cabeza la gran y única posibilidad que jamás iba a tener de poder jugar en el club de sus amores, y para colmo en un clásico. En el colegio la profesora los sorprendió varias veces mirando hacia la nada pensando en el partido o dibujando en su carpeta el estadio. Ese estadio repleto de gente, pintado de azul y oro y en el que desde las tribunas bajaba un coro constante que decía ole ole ole ole, Agus Agus...

La semana transcurrió como siempre. Tareas de la casa y del colegio, y las charlas pateando la pelota por las calles junto al Pelado, su gran amigo. Por fin, el domingo en que el concurso tendría un ganador había llegado.

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