9.27.2010

Capítulo 29

Ya eran las dos de la tarde y era momento de subirse al micro para ir al estadio. Mientras los jugadores agarraban sus bolsos y se preparaban para irse, desde adentro del hotel se escuchaban los gritos de los hinchas que habían ido a despedir al plantel. El día tan esperado por los hinchas de Boca por fin había llegado, y con este la posibilidad de salir campeón de local y frente a River.


De a poco los jugadores fueron reuniéndose en el hall de entrada para subir al micro todos juntos. El grupo, según palabras de su capitán, tenía que mantenerse unido frente a los problemas que habían ocurrido.

Ya estaba todo listo para partir y de a uno, todos los jugadores fueron subiéndose al micro que los conduciría a la cancha de Boca. Agustín y Nacho fueron de los primeros en subirse, y Agustín pudo sentir el calor de la gente y en especial de su familia, que quiso darle la sorpresa de ir a despedirlo.

Allí, en la entrada y con los gritos de la gente, Agustín pudo al menos saludar a sus hermanos y a su madre. La sorpresa funcionó, ya que Agustín no esperaba ver a su familia hasta después del partido.

Todos los jugadores, incluso Agustín, estaban en el micro y listos para salir.

El ambiente era tenso y se respiraba nerviosismo frente a las dificultades que el equipo atravesaba. Sin embargo, Agustín pudo escuchar algo que lo puso más tranquilo. Cuando subía al micro, escuchó a Bianchi, que ya estaba sentado en la primera fila, decirle a su ayudante de campo que el grupo estaba unido como nunca. Esas palabras causaron en Agustín una tranquilidad enorme y unas ganas de dar todo por el club de sus amores, aunque mucho no fuera, el sentía que tenía que ser fuerte por el equipo al que él pertenecía.

El micro fue escoltado por la policía y por cientos de hinchas que por motus propio decidieron hacerlo, y frente a los bocinazos y cantos de la gente que los acompañaba, los jugadores se contagiaron y de a poco el ambiente fue cambiando.

Al principio, todos estaban en silencio y pensativos, pero al ver la reacción de los hinchas el micro pasó de estar completamente en silencio a convertirse en una fiesta.

Agustín estaba incrédulo frente a lo que podía ver por su ventana. Autos y motos acompañaban al micro con banderas, y que junto a los flashes de las cámaras generaban una coreografía hermosa.

Salvo los jugadores que estaban más enfermos, todos cantaban las canciones que desde afuera los hinchas entonaban.

El momento de llagar a la cancha había llegado y con este el momento de más emoción para Agustín que veía su sueño a punto de cumplirse. Todos los jugadores, cada uno a su manera cantaron con todas sus fuerzas la última canción antes de entrar a los vestuarios y de despedirse de los hinchas que a medida que el micro llegaba al estadio, iban escoltándolos.

Ya dentro del estacionamiento del estadio, el micro seguía siendo un espectáculo que Agustín guardó en su memoria para siempre. Por orden de su capitán, todos empezaron a cantar una canción que decía más o menos así: “… yo soy de Boca señor, cantemos todos con alegría, aunque no salgas campeón, el sentimiento no se termina, y dale Bo, y dale dale Boca…”. Una y otra vez, todos los jugadores cantaban al unisonó y así se podía sentir la unión del grupo al cantar esa canción.

De a poco todo se fue calmando. El momento crucial había llegado. Ya eran las dos y media de la tarde y solo faltaban para el partido una hora y media.

Era el momento de prepararse y de que Bianchi de la charla técnica antes de empezar a entrar en calor.

El festejo ya se había ido y ahora la seriedad reinaba. Había que dejar atrás lo sucedido y olvidarse de los compañeros enfermos. El partido en la mente de todos ya se estaba jugando.

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