9.25.2010

Capítulo 28

Mientras Nacho dormía, Agustín tuvo la idea de llamarla a Ana y contarle todo lo que estaba pasando. Hablaron durante dos horas sin poder creer lo sucedido y entre tema y tema de conversación todo pareció calmarse para Agustín que estaba bastante nervioso por lo que había pasado y más por caer en la cuenta de que más allá de todo, hoy cumpliría su sueño de estar en el banco de suplentes en el súper clásico.


Sin darse cuenta mientras charlaban, la hora del almuerzo había llegado. Ana y Agustín se despidieron hasta después del partido y Agus bajó solo a almorzar ya que Nacho seguía durmiendo de lo mal que se sentía. Para su sorpresa, solo tres personas habían bajado a almorzar, y para colmo, esos eran Battaglia, Palermo y Riquelme.

Al asomarse y verlos a ellos solos sentados en una mesa, Agustín se perfiló para dar media vuelta y volver a su cuarto, ya que no se animaba a sentarse con ellos o a sentarse solo en una mesa con la sola presencia de los máximos ídolos de Boca. Cuando se estaba dando vuelta para irse a su cuarto oyó que alguien silbaba y su corazón se paralizó al darse cuenta de que Palermo lo llamaba y lo invitaba a sentarse con ellos.

Agustín no lo podía creer y estaba más nervioso que nunca.

Al acercarse, Agustín pudo juntar las fuerzas necesarias y preguntarles si no les molestaba que él se siente, a lo que los tres dijeron que no, que no había problema.

Cuando Agus se sentó, los tres siguieron hablando de lo que lo venían haciendo y para sorpresa de Agustín, el tema era del partido. Que tal táctica, que tal otra, que como marcar a tal, que cuando hacer cierta jugada, etc. Los tres estaban concentradísimos en el clásico y hablaban de que ellos tenían que poner la cara por sus compañeros ya que eran los más experimentados.

Mientras tanto, Agustín se quedó callado escuchando a sus ídolos hablar de lo que más le gustaba, el fútbol.

El almuerzo duró solo veinte minutos y nunca se paró de hablar de lo que había sucedido. Ninguno de los cuatro podía creer lo que el clásico rival había hecho para diezmarlos.

Durante el almuerzo, Agustín vivió algo increíble, compartir la mesa con los máximos ídolos de Boca, y aunque no pudo decir ni una palabra y tragar un bocado por los nervios, lo disfrutó y lo guardó en su memoria para siempre.

El almuerzo había terminado y con este momento de partir por fin había llegado. Era hora de ir para la cancha a definir el torneo contra el clásico rival, River.

2 comentarios:

  1. Mamita... ¡Qué intriga!
    ¿Qué te traés bajo el poncho Pedrín?

    Big Foot

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  2. jaja, justo palermo, battaglia y riquelme...
    sos un grande chabon

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