9.24.2010

Capítulo 27

La noche fue tortuosa y larga y casi nadie pudo pegar un ojo. El desconcierto era extremo y nadie sabía bien qué hacer y qué decir.

Agustín no pudo dormir tratando de ayudar a Nacho a que se mejore. El doctor había indicado que todos los jugadores enfermos tenían que tomar mucha agua. El agua produciría una baja en la dosis del veneno tratando de inhibirlo con un medicamento que también les proporcionó el doctor.

Ya eran las nueve de la mañana y todos los jugadores y los dirigentes se encontraban en el comedor del hotel. Por suerte, algunos jugadores ya se sentían mejor pero había otros que ni podían pararse del dolor y estaban sentados apoyando sus piernas en otra silla.

Frente a esa situación, Agustín se sentía raro, ya que no sabía como ayudar al club de sus amores frente a ese tan complicado problema. Los dirigentes estaban preocupadísimos, y no hacían más que hablar por teléfono para tratar de encontrarle una solución a lo insolucionable. En cambio, Bianchi y su cuerpo técnico permanecieron durante el desayuno en una oficina que el hotel les había dado para reuniones y demás cosas.

Allí, con la confirmación del doctor diciendo que jugadores podían jugar o no ese partido, Bianchi armó el equipo y el banco de suplentes, que estaría conformado por los jugadores que habían mejorado solo un poco. Mientras que los que no lo habían hecho no irían ni al banco. Para un partido tan decisivo se necesitaban que todos estuvieran bien y con chances de jugar.

Por disposición del doctor, todos desayunaron y tomaron mucho líquido. Quizá, algunos jugadores podrían mejores con el paso de las horas.

El partido se jugaría a las cuatro de la tarde y estaba planeado que los jugadores salgan a la cancha a eso de las dos de la tarde después de que los que quieran almorzar lo hagan.

Después de desayunar todo el plantel permaneció en el comedor. El silencio era enorme y la incertidumbre mayor.

Después de tener la reunión, Bianchi bajo al comedor y le dijo a sus jugadores lo que había decidido. Dijo quienes jugarían y pidió disculpas a los que ni ocuparían el banco de suplentes por sacarlos, ya que no podía poner jugadores enfermos en el banco de suplentes.

El equipo saldría a la cancha de la siguiente manera: Lucchetti, Cellay, Caruzo e Insaurralde, Clemente, Erbes, Battaglia y Escudero, Riquelme, Mouche y Palermo, que ya se encontraba bien. En cambio, el banco de suplentes estaría formado por los jugadores que a pesar de no estar para jugar se sentían un poco mejor. Estos eran García, Erbes, Chávez, Calvo, Viatri, Nacho y
obviamente Agustín. Los demás, tendrían que quedar afuera.

Después de tratar de motivar al grupo con una charla, Bianchi dispuso que todos se fueran a sus cuartos a descansar un poco para después bajar a comer y luego irse para la cancha.

Faltaban dos horas para almorzar y seis para el partido. El tiempo no pasaba más y menos para Agustín que no sabía qué hacer para matar el tiempo y olvidarse un poco de la preocupación que reinaba en el hotel.

1 comentario:

  1. Mirá vos el revés que te tenías pensado loco...!!!
    Pucha... ¿qué irá a pasar?
    Ya me estoy morfando las uñas Pedrín...

    Big Foot

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